Crear un espacio, un vacío.


Es preciso crear un espacio, un vacío, para que las cosas nuevas lleguen a nuestra vida, cambios y transformaciones personales , individuales ya que todos y cada uno, tendremos nuestros propios Logros y Victorias .. Es preciso eliminar lo que es inútil en nosotros y en nuestras vidas, para que lo nuevo venga. Es la fuerza de ese vacío que absorberá y atraerá todo lo que deseemos, si canalizamos nuestra voluntad para ello.

Mientras estamos cargados emocionalmente de cosas viejas e inútiles, no habrá espacio abierto para nuevas puertas que puedan abrirse en nuestras vidas.
La vida es esencialmente, movimiento y dinamismo. Los bienes precisan circular. Limpiemos los cajones, los armarios, el cuarto del fondo, el garaje. Haced circular lo que no useis más.
Reflexiones sobre esa predisposición de mantener siempre activa esa actitud de guardar un montón de cosas inútiles que aferra nuestra existente vida al pasado.

No son las cosas guardadas las que inmovilizan nuestra vida , sino el significado de la actitud de guardar. También las consecuencias de ésa actitud.

Deshaceos de lo que perdió el color y el brillo y dejad entrar lo nuevo en vuestras casas... y dentro de uno mismo...

Apego y desprendimiento.CONFIAD EN QUE EL PROCESO DE LA VIDA, NOS DARA LO QUE NECESITAMOS, EL DEPOSITO DE LO UNIVERSAL SIEMPRE FLUYE EN AMOR Y PURO.. ABRIOS A NUEVAS OPORTUNIDADES, A NUEVAS EXPERIENCIAS, A NUEVOS PROYECTOS DE VIDA..

Vaciar el presente de lastre de recuerdos, que nos hace estancarnos, pero después de tomar la decisión, e incluso llegar a deshacerse de esos recuerdos acumuladores de polvo, puede asaltarnos un sentimiento de arrepentimiento, culpa, pérdida, que nos hace revivir dolor.

Yomaira Gudiño Ibañez

Afrontar los miedos…





El miedo es un mecanismo de vigilancia y alerta de peligro. Tiene, en principio, una función adaptativa, es decir, de protección ante las amenazas. Sin miedo no evitaríamos peligros, no
anticiparíamos respuestas para los problemas, no huiríamos de las
situaciones perjudiciales.

Sin embargo, podemos tener miedo ante situaciones, hechos o estímulos concretos que no suponen una verdadera amenaza para nosotros y, en tal caso, hablamos de miedos irracionales. Podemos tener miedo a
iniciar una relación sentimental, a cambiar de trabajo, a hablar en
público, a decir que no por temor a ser rechazados, etc. En todos
estos casos la amenaza no es externa sino construida por nuestro
pensamiento.

Podríamos decir, por tanto, que los miedos irracionales son construidos por nosotros. Ante un pensamiento o imagen yo me asusto. El estímulo para la propia experiencia temerosa no está fuera, sino
dentro. Dicho de otra manera, me da miedo lo que pienso que sucederá o
podrá suceder.

Los miedos racionales nos protegen, son mecanismos de supervivencia, los miedos irracionales nos limitan, nos merman espontaneidad y libertad interior, impidiéndonos vivir el presente y
no dejándonos vivir la vida tal y como deseamos verdaderamente.

¿Y qué se puede hacer ante estos miedos irracionales? Sin lugar a dudas, ante algo que nos da miedo, lo mejor es actuar, hacer algo. Entonces el miedo se convierte en otra cosa. Cuando tenemos miedo, es
importante pasar a la acción, aunque esta no sea la mejor, ni la más
efectiva, siempre es preferible actuar, pues de esta manera el miedo
disminuye y aumenta la confianza en nosotros. Si huimos o evitamos lo
que nos produce temor, el alivio es momentáneo pero refuerza el miedo,
y este cada vez se hace más grande.

Detrás de los miedos, se encuentra la falta de confianza en nuestros recursos para afrontar la situación. Por lo tanto, ante una situación en la que se siente miedo, hay que decir: “puedo afrontarlo”.
El miedo se vence actuando, no hay otro camino.

El único antídoto contra el miedo es la acción y, por lo tanto, cada vez que tengo miedo, debo saber que debo actuar, buscar la acción es lo que me puede sacar del miedo. Como dice Susan Jeffers: “Si tienes
miedo, hazlo igualmente”.

No hay que esperar a no tener miedo para hacer las cosas, ya que éste no desaparecerá, lo que sucede es que en lugar de interpretar el temor como una señal para retroceder, el miedo debe de interpretarse
como una luz verde para actuar.

No podemos eludir el miedo, ni hacerlo desaparecer, pero podemos aprender a relacionarnos de una manera diferente ante él, aceptándolo como compañero de nuestras vidas y no viéndolo como un ancla que nos
tiene sujetos. Todos tenemos miedo cuando avanzamos por la vida; por
lo tanto, cuando aparece el miedo, no hay que reprimirlo ni rechazarlo
o pelearse con él, sino entenderlo y minimizarlo al máximo.

Pasa tan de puntillas..





Confiamos en que la vida nos traerá oportunidades que sabremos aprovechar.

Pero la vida pasa tan de puntillas, que apenas oímos cuando nos deja un regalo en la puerta de nuestra casa.

Si no tomamos la decisión de arriesgarnos a vivir la vida, de apostar por las opciones que se nos presentan, estas se escapan y otro arriesga por nosotros.

Tal y como pasan los años, nos volvemos racionales y tomamos las experiencias vividas como escarmientos. El manto de la decepción y de la incredulidad las cubre y se muestran imperceptibles a nuestros
sentidos.

Hay quien no cree que la suerte sea para todos, pero es importante saber cuándo se nos acerca porque hay que mirarla de frente y creer en ella.

No podemos pretender que todo esté a nuestro favor para lanzarnos a subir al tren de la vida porque esperando nos quedaremos en el andén, frente a los vagones abarrotados de personas que de una zancada subieron
persiguiendo una ilusión, un objetivo, una meta.

Si miramos atrás, en la infancia no era tan difícil seguir un impulso. La ilusión nos daba el empuje para aceptar retos difíciles de alcanzar, a pesar de nuestra corta edad.

Nos retábamos a nosotros mismos sin temor a fallar, a equivocarnos.

La ilusión se va perdiendo con los años si no la alimentamos con buenos momentos y deseos de mejorar.

No voy a esperar que el tren de la vida haga su parada frente a mi puerta. Subiré en marcha, y con mi impulso subiré a quien quiera acompañarme.